Cuando pensamos en boxeo, Rocky Balboa y Muhammad Ali son dos referentes obligados.

El primero, un italoamericano salido del barrio de Kensington en Filadelfia, un personaje, aunque sea ficticio, con un sinnúmero de superpoderes.
El segundo, un astuto nativo de Kentucky con tan buena técnica como condiciones físicas.
Una pregunta que todo aficionado se debe de haber hecho al menos una vez en su vida es cómo sería ver a estos dos pesos pesados enfrentados.
¿Quién ganaría? ¿La imponente y certera pegada de Rocky, capaz de noquear en el primer asalto? ¿O el estilo impecable y la mirada amenazadora de Muhammad Ali?
Con la extraordinaria habilidad de doblar el espinazo de los luchadores mejores posicionados, un temido gancho izquierdo y unos golpes tan retadores como violentos, Rocky es un serio candidato a llevarse el galardón.
Pero las fortalezas de Muhammad Ali no son para menos: su astucia y juego psicológico, su rapidez y su preparación en la arena le dan serias opciones para conquistar la victoria y hacer que su adversario muerda el polvo.
Todo apunta a que será un combate encarnizado, y aunque ambos tengan cualidades inimitables y todo lo necesario para ser el campeón, todavía no está dicha la última palabra. ¡Se abren las apuestas! Y quien quiera ver una batalla a sangre y fuego, que no dude en acercarse al cuadrilátero.
Se encienden las luces
Las luces ya están sobre la arena. Las sombras de las bandas elásticas se proyectan sobre un público que inunda la sala de cotilleos, y que hará un silencio absoluto cuando el árbitro de la señal de partida.

El narrador se moja los labios detrás del micrófono y se ajusta la pajarita.
Los árbitros ya están sobre el cuadrilátero. La expectativa aumenta cuando pasan los minutos. Incluso ellos se muestran indecisos acerca de quién es el favorito.
Se escuchan las pisadas en los corredores oscuros que comunican con los camerinos. El cotilleo va enmudeciendo de manera paulatina. Todas las miradas se concentran en un punto de la sala.
La vida en el coliseo se detiene para tomar un respiro de sí misma. Al silencio no lo interrumpe ni el vaivén de las pestañas.
El primero en aparecer es Rocky. Se pone los puños en la cadera y se deja acariciar por los aplausos.
Sin dejar de sonreír, y en una actitud atlética, salta sobre la arena y se coloca al acecho de su contrincante mirando en la oscuridad con su ojo de tigre.
Muhammad Ali no tarda en aparecer con su porte elegante, seguro y a la vez arrogante. Lentamente, se sube al cuadrilátero y amenaza a su rival con la mirada. Sin temor a que parezca una actitud antideportiva, le insulta y predice que caerá en el cuarto round.
Los bíceps ya están calientes, y los puños lubricados. Ambos están unidos ojo a ojo como por un hilo invisible. Con el árbitro en medio, se mueven de un lado a otro mientras prevén dónde lanzar el directo o cuándo asestar el primer gancho.

¿Con quién irás en este combate?
Todo el mundo está ansioso por saber el desenlace de este duelo de titanes. Los dos están preparados para el que puede ser el combate de sus vidas. Con las cualidades y la experiencia de estos muchachos, cualquiera de los dos podría ganar.
¿Quién se impondrá al final? ¿El estilo poderoso y agresivo de Rocky Balboa? ¿O un Ali que vuela como una mariposa pero que pica como una abeja? ¡Dinos lo que piensas!